Un tatuaje borrado es una buena metáfora
de un divorcio matrimonial
No es novedad q mucha gente, sobre todo los jóvenes, practiquen el ejercicio del tatuaje. Lo digo así, con un sentido d acto continuo, porq pareciera no ser suficiente el tener una sola d esas marcas artificiales: grabándose la primera ya se piensa en la segunda, su diseño, su lugar corporal y más tarde la tercera o la cuarta, alcanzando en algunos casos la frontera de la dependencia. En varias oportunidades me han preguntado si me gustan los tatuajes, pero no tengo en claro si esperan una respuesta sobre el diseño d los dibujos q he visto o si estoy conforme con q la gente ponga sellos indelebles en sus cuerpos. Hay dibujos muy buenos, buenos y otros no tanto, inclusive muy malos (no puedo dejar d pensar en algunos retratos irreconciliables con la realidad aludida) y respecto a q esos diseños tengan como soporte la piel de un humano ya saben, siempre sostendré las libertades individuales, por mí q se hagan los agujeros q quieran si eso los conforma. Es sabido q -en tanto marca intencionada- es una señal para otro, lo está comunicando, su signo no es casual. Alguien bien podría tener adhesiones, digamos musicales, y no decirlo, pero un tatuaje lo dice. Hay pues, en todo tatuaje, un intento d establecer conexiones, d saberse diferenciado d algunos y acompañado por otros. Por otra parte, el concepto d marca indeleble (los procedimientos de borrado nunca son absolutamente eficaces) parece contradecir el concepto d carpe diem contemporáneo, pero me voy a centrar en otra idea q en todo caso, se yuxtapone a esta.
Esta mañana recordaba como se veían las ovejas escocesas desde la ruta, todas marcadas con llamativos colores sobre su lana: verdes, rojos, azules flúo, una mancha sobre cada una d ellas distinguible a grandes distancias. Era lógico pensar q aquellos rebaños podrían agruparse por los colores con los q estaban marcados, un equivalente a la yerra q se practica sobre el ganado. Esos signos corporales indican posesión. ¿son también los tatuajes señales d posesión? Es probable, aunque no necesariamente en ese mismo sentido. En nuestra sociedad actual no se conoce gente q marque personas en los mismos términos en q se marca a una vaca, pero un tatuaje es también una señal d posesión no propiamente a alguien (aunque también los hay) sino a una cultura particular a la q el tatuado acepta como ama. Es una mezcla d sumisión-aceptación-identificación y necesidad d pertenencia-adhesión a un particular pensamiento q puede ir desde el más banal snobismo, transitar por un amor d verano o terminar en la más reflexionada ideología o el más sentido d los afectos, pero en todo caso siempre se manifiesta como pertenencia consentida a alguna otra cosa. Ese humano marcado tiene un dueño intangible, no concreto como un hacendado y su marca señala q desea someterse a esa intangibilidad, q no es arrastrado por una fuerza externa q se lo impone a hierro y fuego. La sola idea d adhesión aquí no es suficiente. Podemos adherir a conceptos, valores, amores q se mantienen en el tiempo, forman parte y construyen nuestro universo interno, el q no pocas veces, con el desarrollo d la vida, se modifica. Para el caso d los tatuajes subyace en la adhesión el concepto d sometimiento o sumisión sustentado en tanto acto indeleble, eterno, es una sujeción para siempre. Entonces. la pregunta más relevante q me propone un tatuaje es: ¿por q alguien quisiera estar sujeto a algo para siempre? En mi universo fluctuante aún no encuentro motivo para ello.
Alejandro Zoratti Calvi